Reflexionando sobre mi vida puedo entender lo lejos que estaba de entrar al mundo laboral.
Siempre pensé que estudiar una carrera universitaria me ayudaría a ser independiente, con un futuro resuelto por el hecho de tener una licenciatura, sin embargo, aún estaba en mi burbuja de fantasía.
Mi mundo escolar dependía de la visión de los maestros, aprendí cosas que hasta la fecha no recuerdo, creía ciegamente en su criterio. Me preguntaba si mis profesores realmente sabían de lo que hablaban, si tenían la experiencia que me exigían en las materias y me conformaba con saber que yo aprendía de su vida. Mi paso por la enseñanza superior me pareció bastante fácil, ahora puedo saber que muchas escuelas dependen de un sistema que no pueden cambiar por qué es el establecido por el gobierno. Desafortunadamente este sistema no nos motiva al autoanálisis ni al autoconocimiento.
Al iniciar mi búsqueda de empleo, una serie de factores irrumpieron mi vida. Me costaba aceptar que algunos compañeros de escuela habían comenzado su experiencia laboral algunos años atrás y por el contrario yo apenas estaba iniciando. Durante mis estudios poco pensaba en forjarme experiencia y mucho menos comenzar a interactuar con asuntos propios de un empleo.
Buscar trabajo en sí mismo era una tarea ardua, durante meses salía de entrevistas poco motivado, mis exámenes de conocimientos eran menos que básicos y me avergonzaba pensar que pudiera llegar tan lejos sabiendo tan poco. Me miraba al espejo y con lágrimas en los ojos me preguntaba “¿cómo conseguiré empleo?” No tenía experiencia ni había invertido tiempo para capacitarme sobre temas que aún no comprendía, pues jamás me sentí motivado a investigar por mi propia cuenta lo relacionado a mi carrera y mucho menos me preguntaba si lo que estudié me serviría algún día.
Mi idea de trabajar era encontrar un cargo que me permitiera resolver los problemas fácilmente, ir avanzando progresivamente, repetir las actividades una y otra vez no me parecía tarea difícil, sino más bien reconfortante, porque me evita entrar bajo presión y sentir ansiedad.
Luché por encontrar alguna oportunidad enfrentando muchos obstáculos y cuando al fin logré entrar en el ámbito laboral, comenzó mi primera experiencia. A pesar de mis altos objetivos profesionales, me enfrenté a un mundo totalmente nuevo y entré en shock cuando descubrí otros factores que no se aprenden en la escuela como las exigencias de los clientes que son muy variadas, las altas expectativas de los jefes, la ejecución del desempeño es medible, los resultados deben ser tangibles y regularmente los errores de operación o administración se traducen en pérdidas de dinero. Por lo tanto, tuve que entender que mi timidez e inseguridad eran algunos defectos que debía confrontar, así como también mi miedo por cometer errores.
Sentía pánico y ansiedad por el ambiente competitivo, era consciente de que el miedo es un sentimiento que siempre estará presente en mi vida, pero tenía dos alternativas: dejar que me dominara el miedo al fracaso por no tener el valor de enfrentarlo o trabajar en mi persona y transformar ese miedo en una fortaleza para avanzar; fue una decisión difícil de tomar porque trabajar en uno mismo, no es fácil.
Transformar mis debilidades y combatir mi ego es difícil, pero mis ganas de aprender son más grandes, de esta forma comencé a enfocar mis prioridades para ser mejor, con criterio propio, aspirar a ser una mejor persona cada día que pasa, celebro mis logros por pequeños que sean, sé que estoy en el camino correcto al comenzar a pensar por mi cuenta, sin la influencia de maestros y sus vivencias. Hago mi propio viaje, un viaje de vida que me hace sentir orgulloso de mi mismo.
¿Te gustaría emprender tu viaje laboral en otro país diferente a México, por ejemplo, Irlanda?
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